Y hay momentos en la vida que se
eternizan, segundos que caminan descalzos, pausados; minutos que te envuelven
con sus manecillas de fierro negándose a avanzar y de golpe te ponen de frente
al destino y te desnudan quitándote ropajes raídos, descarapelan tu piel y
resanan los huesos, dejándote inmóvil, pétreamente pálida… muda, absorta…. Con lágrimas
secas recorriendo distancias de la última punta de tus cabellos hasta la uña más
larga de los pies.
Te sientes vista por los cuatro puntos cardinales corpóreos, al frente
y detrás… por dentro, por fuera… en tu misma alma sensible y llena de dudas,
interrogantes, miedos, revueltos con esperanzas, con peticiones de
misericordia, de piedad infinita… y es que… es cuando te das cuenta que eres
tu… solo tu… tu esencia, tu Yo interno, tu alma, tu espíritu… divagando,
sintiendo que no te queda nada, que por alguna razón estas en ese sitio, en ese
momento, tu sola, envuelta en una burbuja imperceptible donde no cabe nadie más…
Y es cuando te vuelves a mirar
con tus defectos, con tus fallas, con tus virtudes, con tus logros, es cuando
te juzgas hasta el más mínimo detalle vivido, porque tomas conciencia de que el
gesto más simple puede marcar la diferencia en tu mundo y en el de las personas
que amas, de las que no amas y de las que por alguna razón se cruzaron en tu
camino, de las que han sido indiferentes para ti y aun así… tu jugaste un papel
importante en su destino.
Se viven fragmentos de perdidas,
de extravíos y locuras, porque la conciencia se presenta duramente haciendo más
tangible los errores cometidos, los pecados no confesados, los rencores que
habitan sin ser invitados, la falta de fe, el entierro del corazón noble y
tantas cosas que van matando el alma poco a poco.
Es como estar sin defensa en un
juicio decisorio de tu alma, con leyes tajantes que condenan tu persona y donde
el único argumento es decir que se te absuelva por haber cometido errores
propios del ser humano imperfecto. Y es entonces que te das cuenta que ese
argumento no tiene validez, porque es una respuesta muy recurrente y cada
persona tiene su propia vida, con su propio valor, a la cual le han dado el
libre albedrio para tomar las decisiones correctas, así que en adelante uno
debe hacerse responsable de sus propios actos e ir haciendo análisis profundos
de las cosas que ha hecho o ha dejado de hacer en la vida.
En instantes así, las piernas no
responden, se cae de rodillas no importando el lugar, ni las personas, porque sabes
que eso no es importante, es cuando te despojas de lo que tienes, de lo que
crees ser y solo queda tu ser, ese que tú sabes dónde está, ese ser al que no
le puedes mentir porque te conoce más que tú misma… es tu propio espíritu que
te habla y te hace sentir que al final solo estas tú y el… pues solo viniste al
mundo y solo te irás.
Y es cuando Dios te habla en esa
semilla que alguna vez alguien sembró en ti… en la memoria y en el corazón, entonces
lo dejas que hable, sin que estés pidiendo esto y lo otro… es cuando sabes
perfectamente que mensaje te hace llegar y ya no te queda duda de lo que tienes
que hacer, por más difícil que sea, por más duro y por más inverosímil que
parezca… sabes perfectamente qué decisión tomar, y sabes también que es lo
correcto.
Y luego… dejas las lágrimas
correr, gritas en silencios, desgarras tu conciencia y desarmas tu escudo de
justificantes sin defensa… tu mirada recorre este mundo sabiendo que es
temporal, que solo estas de paso y que debes hacer el bien, proyectar el amor y
la luz divina en los demás, ser testimonio de que Dios viven en ti y que tienes
fe en un mundo mejor. Ahí es cuando
percibes que tienes una misión en esta vida y que te iras cuando la hayas
cumplido y… aunque no sabes cuál es esa misión, debes vivir cada día como si
fuese el ultimo, porque cada segundo es un milagro de vida.
Nunca como antes estas consciente
del milagro de vivir, porque cuando la tragedia se presenta con el rostro de la
desesperanza, y cuando la ciencia no tiene respuesta pronta a lo imprevisto, es
cuando la vida pende de un milagro y eso… solo puede ser otorgado por Dios. Por
eso, es que se te revela en forma transparente de lo frágil que puede ser la
vida, pues desde que inicia siempre estará amenazada por la muerte.
Y ahí hincada, no sabes cuánto
tiempo pasó, porque hasta el tiempo pierde sentido, eres tú y tu búsqueda interna,
eres tú y tu silencio, eres tú y tu conciencia, eres tú y tu cuerpo inmóvil,
eres tú y esa burbuja que imaginas en las que estas… pierde interés todo,
porque lo único que deseas es esa platica con Dios, de dejarlo que te hable y
te consuele… rompes en llanto… te calmas, pides, suplicas… prometes… sientes
miedo, sientes incertidumbre… vuelves a calmarte… vuelves a desesperarte y se
vuelve un circulo entre todo esto… es como si esa burbuja cumpliera su efecto
circunferencial para tus meditaciones, peticiones y promesas.
Y ahí en medio de la nada y de
todo… te llega un remanso de paz, de aceptación y de esperanza, es cuando dices…
Dios que se haga tu voluntad.
Vicky E.Durán
Diciembre 2013